Hoy hablamos del Chorrito del Antojo, un hilo de agua que calma la sed de los viajeros que transitan entre Jibacoa y Manicaragua.
Es verdad que con la naturaleza no se puede. Tiene cada caprichos. Muchos han querido sellarlo para que no siga deteriorando la carretera, pero él, empecinado como es, vuelve irreverente a su cauce y brota con tal fuerza que se ha convertido en un sitio de obligada parada para quienes transitan entre Jibacoa y Manicaragua, en la serranía del Escambray.
Así ha comenzado a tejerse la leyenda del Chorrito del Antojo. Nadie sabe quién lo bautizó, pero cuentan que el agua que emana de allí bendice a las personas que la beben o se lavan el rostro con ella.